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Entrevista a C. Santana -Autora del mes

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Que regresamos a nuestra rutina, las clases y el trabajo ha comenzado, pero que el ánimo no decaiga porque para animar esta entrada de año escolar os traigo a una invitada, pero qué pedazo de invitada. Ya solo os digo que vamos a disfrutar de una alegría y energía que va a ser contagiosa porque ella es una malagueña de hueso colorado y con una pluma descarada, directa, franca, sensual y… ¿qué más os puedo decir de C. Santana?


L.R. C Santana, que eres bienvenida en este rincón de la locura romántica, ¡Qué ganas tenía de tenerte por aquí!
Si alguna de nuestras preguntas te incomoda, siéntete libre de pasarla por alto y disculparnos.

Hagamos un trueque: si yo me siento ofendida, tú me lo compensas con una novelita apañada.

L. R. Es un trato, prometido. Y volviendo al o nuestro agradeciéndote tu presencia en este pequeño rincón nuestro del ciberespacio, comenzamos (con tu permiso) la entrevista.

LR. Antes de comenzar directamente friéndote a preguntas sobre tu obra, cuéntanos algo más sobre ti. Para aquellas que no te conozcan. ¿Cuál es tu verdadero nombre? ¿De dónde eres? ¿Cómo surgió la idea de tus pseudónimos? ¿Tienen algún significado especial?

Tú fríeme todo lo que quieras, que así empezamos calentitas.
Mi nombre no es un misterio para los que me conocen: Carolina; Caro para todo el que quiera llevarse bien conmigo, ya que mi nombre completo solo lo usan aquellos que anhelan echarme a los leones, es decir, los que se enfadan con una servidora.
Como tú bien has dicho, soy una malagueña de hueso colorao, una boquerona pura y dura. Y mi pseudónimo es mi primer apellido, del que estoy más que orgullosa.

L.R. Respecto a tus gustos personales, imaginamos que a través de los libros y de determinados personajes, en muchas ocasiones podemos ver a la mujer que se oculta tras el pseudónimo y su obra. Pero así, entre nosotras, ¿cuál es tu color favorito? ¿Sueles inspirarte con algún tipo de música específica? ¿Se podría decir que hay algún grupo concreto o solista que de alguna forma haya influido o interferido en tu espíritu creador?
Todo artista vuelca algo de sí en su obra, y los escritores no van a ser menos. Y respecto a mis gustos: mi color favorito es el azul, aunque no le hago ascos al morado; suelo inspirarme con música épica, sobre todo a la hora de escribir histórica, pero tampoco es algo que lleve a rajatabla; y el único espíritu creador que ha influido en mi vena literaria ha sido mi libido intempestiva, que, mira tú por dónde, no me permitía dormir y tuve que dejarla salir en forma de novela.

L.R. ¿Cómo te describirías a ti misma? ¿Qué tres virtudes y qué tres defectos crees que te definen?
Pregunta trampa, señorita entrevistadora. Podría decirte que honrada, resolutiva y generosa, y vaga, impulsiva y sin mano izquierda; así, para quedar bien. Sin embargo, ni yo misma me creería y a ti no te quedaría otra que confiar en mí. Así que vamos a dejarlo en que me siento satisfecha con mis virtudes e intento sobrellevar mis defectos.

L.R. Una de las cosas que siempre nos ha llamado la atención de los escritores y que nos pica la curiosidad (admitámoslo, somos cotillas al máximo), es conocer la formación que poseen los autores que tanto nos enamoran. ¿Podrías contarnos algo sobre esto? ¿Qué estudiaste? ¿Dónde te formaste? ¿Has hecho cursos específicos para escritores o todo es talento natural y trabajo?
Soy del pensamiento de que un don se tiene o no se tiene. Es como la fe: la posees o no. No digo que uno no pueda ser bueno en algo adquiriendo conocimientos a base de estudios o práctica, pero la esencia primigenia tiene que llevarse dentro. La gran inmensa mayoría de los escritores no han estudiado para escribir, sino que forma parte de ellos, como cualquier otro artista. Cierto es que este arte se puede mejorar con estudios, pero para depurarlo, no para hacerlo florecer —aunque, en algunos casos, esto último puede llegar a suceder—.
Yo he estudiado Turismo, así que ya me dirás dónde están los cursos específicos para escritores.

L.R. Hablando sobre tu trabajo de escritora, imaginamos que un libro no se escribe en un momento. ¿Cuál es el proceso que sigues para crear estas joyas de la literatura romántica? ¿Qué proceso mental/físico o extrasensorial tiene lugar para que des a luz a tu obra?
Mi libido. Es que es una metomentodo…
Aparte de la broma, el punto de partida siempre dependerá de algo que me guste. Me apasiona la histórica, me enciende el erotismo y me fascina la aventura. Mi primer libro leído fue Lumbánico, el planeta cúbico, un cuento infantil de aventuras y fantasía. Por supuesto, considero que algo de inventiva e imaginación sí que tiene que tener el escritor para crear una historia, aparte de un determinado gusto.
   
L.R. Trasladémonos ahora a un día en la vida de C. Santana ¿Cómo es? ¿A qué hora del día sueles ponerte escribir? ¿Cuántas horas de duro trabajo
supone un día cualquiera? ¿Dedicas todo ese tiempo a escribir o sueles alternarlo con investigación y algún otro asunto? ¿Qué elementos de tu vida, de tu alrededor (tangibles o no), suelen servirte de inspiración o cortarla de raíz?
Tomando de partida uno de mis posibles defectos anteriormente citados, soy vaga hasta decir basta, por lo que eso de «ponerme» a escribir es algo que me cuesta. Pero una vez que estoy en ello, le dedico todo lo que haga falta, y más si nos metemos ya en temas históricos, pues la documentación, en muchas ocasiones, se lleva más tiempo que el empleado en escribir la obra. Y lo que me puede cortar de raíz la inspiración es no tener absolutamente nada que contar.
  
L. R. Viajemos al pasado por un momento, a esa primera vez (que tú recuerdes) con un libro entre tus manos. ¿Qué edad tenías, qué libro era y de qué forma te marcó? ¿Recuerdas quién te lo dio? ¿A quién echarías la culpa de tu afición a la lectura y la escritura?
Vaya, he sido muy rápida; esto ya lo he contestado. Pero vamos a meterle más chicha al relato. Fue mi madre quien me dio mi primer cuento, de la colección El Barco de Vapor. Y así ha seguido siendo hasta el día de hoy. Mis padres son los que siempre me han recomendado los libros. Es más, fue mi madre la que entregó la primera novela erótica que leí, El amante de Lady Chatterley, a los dieciocho años. No hay un solo recuerdo que tenga en el que no aparezcan mis padres con un libro en la mano.

L.R. Como románticas empedernidas que somos, hay ciertas preguntas que no podemos evitar y esta es una de ellas: ¿Cómo es para ti el hombre ideal? ¿De qué forma esperarías que te conquistaran? ¿Eres una mujer que disfrute de flores y bombones o prefieres algo menos convencional? ¿Alguna película/libro favoritos (léase: Disney, cuentos de hadas, ranas que se transforman...) que hayan influido en tu forma de ver el amor y en lo que esperas de él? Y lo más importante de todo... ¿Lo has encontrado ya? ¿Tiene hermanos? (jajajaja)
Sííí, claaarooo… Disney es el que tiene la culpa de toda esta batería de preguntas. Desde los siete hasta los diecisiete años nos machacaron hasta la saciedad con el portentoso príncipe azul. Y, precisamente, en una de mis novelas resumo toda esa comedura de coco. Con vuestro permiso, os transcribo el pasaje:

En varias reuniones con amigos, alguna vez ha salido la típica pregunta de «¿A qué edad volverías si pudieras hacerlo?». No es que yo tenga muchos años a mis espaldas como para empezar a contar batallitas de mis anécdotas vividas, aunque estoy seguro de que no soy el único que se hace esa pregunta con solo treinta años. Y es muy curioso, pero la mayor parte de las mujeres suelen decir que jamás querrían vivir de nuevo la adolescencia. Por el contrario, la mayoría de los hombres se quedarían precisamente en esa época. Supongo que la visión de un hombre es muy diferente a la de una mujer. Estas maduran antes que nosotros, y eso hace que muchas sufran sus primeros desamores.
Según mi punto de vista, todo tiene una sencilla explicación. Desde pequeñas, están metiéndoles en la cabeza el estereotipo del príncipe azul de los cuentos de hadas a través de las películas de Disney y los pomposos trajes de Comunión con los que se creen las princesas de esos mismos cuentos. Piensan que su caballero de brillante armadura llegará a la cueva donde están prisioneras y las salvará del dragón. Lo que no llegan a entender esas cabecitas soñadoras es que el supuesto príncipe azul lo único que quiere es que «su dragón» encuentre «la cueva» de la princesa desvalida. Seamos sinceros. Un chico adolescente pasa de jugar a meter balones en la portería a directamente querer meter sus balones en la primera portera que se abra de piernas.

Biológicamente, el cuerpo de la mujer ya está preparado para dar cabida a una vida. Si a eso le unimos las correspondientes hormonas, los sentimientos que afloran a esas edades y la comedura de cabeza que les suscitan las historias de príncipes y princesas, no me extraña que algunas chicas queden completamente devastadas cuando se dan cuenta de que su príncipe azul es en realidad la rana Gustavo.

Así que, contestando a tu pregunta, el hombre que me gustaría que me acompañara en mi vida sería uno que me quisiese y que fuese trabajador. Por supuesto, también tengo que quererlo yo, porque entonces no habría nada que hacer.

L.R. Imaginamos que, como escritora de romance, en primer lugar y antes de decantarte por este género, fuiste ávida lectora de autoras ya consagradas. Dinos, ¿alguna autora o libro te marcó de forma especial, haciéndote decidir escribir novela romántica y no novela negra, fantástica o histórica (o cualquier otro género)? ¿Qué libro es para ti, a día de hoy, tu principal referente (ese que no puedes parar de leer)? ¿Hay algún género literario en especial que seas incapaz de leer o rechaces de antemano? ¿Y en novela romántica, algún subgénero que digas "esto no es para mí"?
No tengo ninguna escritora de novela romántica que me influenciara a la hora de escribir este género, pero sí he leído a gran cantidad de ellas. El libro que me llevaría a la tumba sería Las mil y una noches, y el género que no tolero demasiado bien es el terror, pero toda obra bien escrita merece una oportunidad.

L.R. Centrémonos ahora en tu trabajo de escritora, lo que a día de hoy es tu obra publicada. Sabemos que has publicado con Khabox. Pero antes de todo esto, antes de decidir publicar tu primer libro, ¿hay algún secreto oscuro en el pasado de C. Santana? ¿Escribiste algún artículo para alguna revista, alguna redacción ganadora en el colegio, un cuento..., cualquier cosa? ¿Nos hablarías un poco de ello?
Lo único que he escrito que no está publicado con Khabox es un fanfic que subí a una web de literatura LGTBI, y solo se remonta a un año antes de que comenzara mi andadura editorial. Fue precisamente un comentario que me dejaron en esa web lo que me hizo lanzarme de cabeza a mi carrera literaria, y esta la empecé con treinta y dos años.


L.R. A pesar de que odiamos ponerle colores al amor, vamos a centrarnos un
poco en tu trabajo dando más luz y forma. Tu literatura se cataloga en su gran mayoría por ser parte del género LGTBI. ¿Cómo es que decides escribir este género? ¿Qué fue lo que te impulsó a decantarte por él?
Nada, que parece que te leo el pensamiento y me adelanto a tus preguntas.
El amor —o, en este caso, el sexo— entre hombres siempre me ha excitado. El sexo es sexo y el amor es amor, sean cuales sean las personas que lo integren. Pero sí podría decirte que lo que incendió la chispa para que comenzara a imaginar historias LGTBI —que no a escribirlas— fue la serie Queer as folk.

L.R. ¿Cuál fue tu primera novela y cómo surgió la idea? ¿Cuánto tardaste en terminarla? ¿Qué personaje resultó más irreverente y te dio más dolores de cabeza? ¿Cuál es tu escena preferida? ¿Recuerdas el momento en que la escribiste o fue producto de un intervalo de "éxtasis de escritor"? ¿En qué momento decides compartir esta con el mundo?
Mi primera novela es Clase a clase. Trata de dos jóvenes de instituto, a cada cual más macho alfa, que descubrirán sentimientos que ninguno pensaba que albergaría. Es un cliché, por supuesto, pero encantan los clichés. Tardé en escribirla nueve días —sí, has oído bien—, y no tengo una escena favorita predilecta; me quedo con toda la obra.

L.R. Te hemos visto jugando entre el presente y el pasado. Un claro ejemplo de esto es tu obra El Corsario Invicto, donde unes pasado con presente de manera magistral. ¿Cómo es que surgió la idea de esta obra? ¿Resultó muy difícil realizar el trabajo de investigación para este libro específico? ¿Está basado de alguna manera el mundo que surgió de los datos que encontraste o fue el proceso inverso, primero creaste el mundo y luego investigaste lo que te faltaba?
El Corsario Invicto es, a mi parecer, mi mejor obra. Mezclo mi pasión por la histórica con mi deseo por las relaciones de dos hombres salvajes. El trabajo de investigación fue largo pero apasionante, y la idea me vino mucho antes de embarcarme en el proceso de documentación. Mi libido haciendo de las suyas otra vez…

L.R. Dentro de tu obra, creemos que merece mención especial tu saga Océanos de brea, que se podría decir que es hermana de El Corsario Invicto.
¿De qué forma surgió la idea? ¿Qué personaje te marcó de forma más especial? ¿Cuál fue el que más problemas te supuso?
Mis personajes no suelen darme problemas; es más, acostumbran a ir como la seda. La idea de la bilogía Océanos de brea surgió porque quería escribir algo hetero y venía de una muy buena resaca tras haber terminado El Corsario Invicto.

L.R. ¿Por cuál de tus piratas viajarías al pasado y vivirías sin agua corriente, luz eléctrica, ropa interior (que es lo más importante jaja) y conexión a Internet?
Sin lugar a duda, me quedo con El Lobo como mejor personaje elaborado en mis seis novelas publicadas hasta ahora. Y creo que tardarán en hacerle sombra —si es que alguna vez lo consiguen—.
  
L.R. ¿Sueles poner cara a tus personajes? ¿Actores o personas con las que te cruzas un día, que conoces... o todo nace de tu imaginación? ¿Cómo y de dónde salen estos hombres y mujeres que nos atrapan con sus vidas?

No me gusta nada esa moda de escoger a actores para representar a los personajes. Creo que a veces nos olvidamos de lo que siempre ha significado la literatura para el lector: imaginación, transportarte a un mundo que no ves pero que vives. Si lo adulteramos con elementos tan banales, se pierde una parte de la ilusión que crea la lectura.

L. R. Y ya para terminar te dejamos un espacio para que escribas unas líneas a nuestros lectores.
Sueña erotismo, desea erotismo y vive erotismo.

Hasta aquí nuestras preguntas, C Santana. Te agradecemos muchísimo el tiempo que has dedicado a contestarnos. Sabemos que eres una persona muy ocupada y esperamos (y deseamos con todas nuestras fuerzas) que todo el trabajo que tienes entre manos te reporte el mayor éxito del mundo.
Gracias a vosotros.

Un abrazo de parte de Locas del Romance y ¡hasta pronto!






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